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Que nadie por ser joven dude en filosofar, ni por ser viejo se canse de filosofar. Porque nadie es demasiado joven, ni demasiado viejo para cuidar la salud de su espíritu.
Acostúmbrate a pensar que la muerte no tiene nada que ver con nosotros, porque todo el bien y todo el mal radica en la sensación y la muerte es la privación de la sensación.
El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando llega nosotros ya no estamos.
El placer es el principio y el fin de la vida feliz, pues lo hemos reconocido como un bien primero y a partir de él iniciamos cualquier elección o rechazo y a él nos referimos al juzgar los bienes según el placer o el dolor.
En primer lugar, nada nace de la nada, pues entonces cualquier cosa podría nacer de cualquier otra y no habría necesidad de simientes. Y si lo que desaparece se diluyera en la nada, todo habría ya muerto, porque no existiría aquello en lo que se habrían diluido.
El universo ha sido siempre como es ahora y siempre será igual, porque nada hay en lo que pueda cambiarse, ya que más allá del universo no existe nada que pueda producir un cambio.
Todo consiste en átomos y vacío.
El ser feliz e incorruptible no tiene preocupaciones ni se las proporciona a otros, por tanto no se ocupa de enfados ni agradecimientos [...].
La muerte no es nada para nosotros, porque lo que se ha disuelto es insensible, y lo insensible no es nada para nosotros.
El límite de la grandeza de los placeres es la eliminación del dolor. Mientras dura el placer no hay dolor ni sufrimiento, ni la mezcla de ambos.
Envíame un trozo de queso, para que pueda darme un festín cuando me apetezca.
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