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“Y si tienes que preguntar qué es el Jazz,
nunca entenderás nada”
(Louis Armstrong)
Una pregunta inquietante.
Los orígenes de la filosofía son misteriosos y la propia pregunta sobre qué es la filosofía, nos produce aún cierta inquietud. Según nos dice Aristóteles, la filosofía comienza en Grecia con Tales de Mileto, cuestión que parece ampliamente aceptada pues en algún momento había que situar un comienzo y este parece tan bueno como cualquier otro.
Pero es preciso tener en cuenta que esto no sucede de repente. Entre los restos del pasado van apareciendo con mayor o menor nebulosidad, primero el caos y después un cosmos poblado por mitos, héroes, oráculos, sabios, poetas, etc. y aquí, en esta situación aparecen también los filósofos, los que ven las cosas de otra manera, los que buscan una nueva forma de entender y relacionarse con el mundo.
| “Un filósofo: es un hombre que constantemente vive, ve, oye, sospecha, espera, sueña cosas extraordinarias. Alguien a quien sus propios pensamientos le golpean como desde fuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo su especie particular de acontecimientos y rayos. Acaso él mismo sea una tormenta que camina grávida de nuevos rayos, un hombre fatal rodeado siempre de truenos y gruñidos y aullidos y acontecimientos inquietantes. Un filósofo: ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que con frecuencia tiene miedo de sí, pero que es demasiado curioso para no volver a sí una y otra vez…” (F. Nietzsche) |
La filosofía es una actividad.
Precisamente los filósofos se consideran amigos de los sabios, pero no sabios, es decir, los que buscan la sabiduría, pero que no la poseen, de ahí que la filosofía tenga el carácter de actividad. La filosofía es resolución de enigmas. Uno de los lugares comunes donde los antiguos griegos buscaban algún indicio del saber, era el oráculo de Delfos, del que se decía que "ni afirma ni oculta, sino que indica". Aquí la sabiduría se manifiesta mediante la palabra, pero le toca al filósofo la correcta interpretación del enigma, puesto que la palabra del oráculo es siempre enigmática. La tarea de la filosofía es también, por tanto, la resolución de enigmas, el desvelamiento de algunos misterios.
La locura en el origen de la filosofía.
Pero detrás del oráculo, se encuentran algunos de esos extraños dioses griegos, Apolo y Dionisos, representantes de la manía y de la locura, lo apolíneo y lo dionisíaco. Dioses que tienen mucho que ver con la sabiduría, pero también con la perversidad, sus palabras oraculares son oscuras y ambiguas. Platón nos recuerda los cuatro tipos de locura: la locura profética que corresponde a Apolo, la locura mística a Dionisos, la poética a las Musas y la erótica, la mas excelsa a Afrodita y a Eros.
Tan funesto deseo.
"¿Como puede ser que haya en estos desdichados, tan funesto deseo de luz?". Estas palabras de Eneas en los infiernos, indican lo extraño que puede llegar a ser ese afán de saber, para quienes no han sentido ese deseo. Pero intentar resolver enigmas era una actividad no exenta de peligros, el ejemplo del mito de la esfinge nos da un claro aviso, al que no resolvía correctamente el enigma propuesto, la esfinge le tiraba por un precipicio, cuyo fondo estaba cubierto por los huesos de los que ya lo habían intentado anteriormente sin éxito.
La filosofía como forma de vivir.
La vida virtuosa es los que nos proporciona felicidad (eudaimonía) mediante la autosuficiencia libre de pasiones (apatheia) y sin turbación en el alma (ataraxía).
La filosofía como terapia.
| “Todas las escuelas filosóficas helenísticas de Grecia y Roma – epicúreos, escépticos y estoicos – concibieron la filosofía como un medio para afrontar las dificultades más penosas de la vida humana. Veían al filósofo como un médico compasivo cuyas artes podían curar muchos y abundantes tipos de sufrimiento humano.” (Marta Nussbaum) |
La utilidad de la filosofía es ofrecer los medios para conseguir la ataraxia y la apatheia, y con ello la felicidad del sabio. La filosofía es un fármaco para las dolencias, una medicina para las enfermedades del alma, tienen una finalidad terapéutica: recuperar la salud.
En otros lugares.
La filosofía apareció al menos en tres lugares en el mismo periodo de tiempo, en Grecia, en China y en la India. En todos ellos la filosofía antigua que nos interesa tiene como fundamento la liberación del hombre. Para conseguir esto es necesario eliminar las creencias absurdas y los miedos irracionales, mediante la ascesis y la sabiduría.
El filósofo intempestivo.
La filosofía no puede ser comprendida del todo en su tiempo. El filósofo nunca podrá ser comprendido del todo, en su tiempo por intempestivo y fuera de su tiempo porque todo ha cambiado.
El cuidado de sí.
Sócrates es un personaje central en la filosofía griega: hasta él, en una línea que empieza con Tales, tenemos a los filósofos presocráticos, después nos encontramos ya con una multitud de líneas y de tendencias.
Sin embargo resulta que Sócrates no escribió nada lo que dificulta la correcta interpretación de su filosofía, pero por otro lado esto permitió numerosas variaciones y escuelas, en una libertad interpretativa que aún permite la diversidad.
De las frases más conocidas de Sócrates, según sus discípulos, una nos llama la atención porque ha marcado dos tendencias distintas según la interpretación que se haga. Dicha frase es según unos, conócete a ti mismo, y según otros, cuídate a ti mismo. El conocimiento por un lado (el lado oficial) y el cuidado de si por otro (el otro lado). La diferencia es sutil, pero maliciosa, porque no podemos prescindir de ninguno de los dos, pero a lo largo de mucho tiempo el conocimiento se impuso, oscureciendo al cuidado.
Pero el cuidado de si es costoso porque implica el cuidado de los otros, nuestros semejantes, nuestros diferentes y en general nuestro prójimo. Nada humano nos puede resultar ajeno, lo ajeno es lo que no es humano.
La transformación de si.
Pueden darse dos transformaciones, una interior y otra exterior, ambos casos dependen tanto del cuidado como del conocimiento.
En el caso de la transformación interior, que es el caso de la poesía, el arte o la filosofía, el conocimiento actúa sobre si mismo y en el caso de transformación externa, que sería el caso de la ciencia, la técnica o el trabajo, el conocimiento actúa sobre lo otro, sobre lo que no es uno mismo.
El conocimiento se transforma en práctica, en cuidado de si, en ascesis (askesis). El filósofo, al menos el antiguo, lleva una vida filosófica, que en ocasiones es incluso relativamente independiente de su discurso teórico. Cínicos, escépticos o epicúreos pretenden mediante la ascesis cambiar su visión del mundo, por encima de cualquier parcialidad y conseguir que los avatares que puedan sucederles no tengan influencia alguna sobre ellos. Las actividades sobre sí permiten al filósofo efectuar cierto número de operaciones sobre su cuerpo, su pensamiento, su conducta o cualquier forma de ser, con el fin de cambiar su visión del mundo, obteniendo así una transformación de sí mismo, para alcanzar al fin, la felicidad.
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